

Indagar sobre la clasificación de las empresas no es solo un ejercicio teórico: conocer las diferencias entre tipos de organizaciones te permite identificar oportunidades, evaluar competidores y diseñar modelos de negocio más efectivos.
Estudiar una Licenciatura en Administración de Empresas en la Universidad Europea en México te permitirá comenzar tu trayectoria profesional en este campo y desarrollar competencias en gestión financiera, liderazgo y estrategia empresarial. Si buscas complementar tu perfil profesional, formarte con un MBA, potenciará tu capacidad para desempeñarte en roles directivos.
El tamaño de una empresa determina aspectos clave como su acceso a financiamiento, su capacidad de negociación y su estructura operativa. En México, la clasificación oficial establecida por la Secretaría de Economía considera el número de empleados como criterio principal.
Ocupan hasta 10 empleados. Son la columna vertebral del emprendimiento local: desde una cafetería en la Condesa hasta un taller de herrería en Monterrey o una tienda de abarrotes en Guadalajara. Su flexibilidad les permite adaptarse rápidamente al mercado, aunque suelen enfrentar desafíos en cuanto a capitalización y escala.
Cuentan con 11 a 50 empleados. Ejemplos comunes incluyen talleres mecánicos con varias sucursales, boutiques con tiendas físicas y en línea, o despachos contables que atienden a empresas medianas. Ya tienen procesos más estructurados, pero mantienen cercanía con sus clientes.
Emplean entre 51 y 250 trabajadores. Aquí encontramos distribuidoras regionales, empresas manufactureras especializadas o cadenas de restaurantes con presencia en varias ciudades del país. Comienzan a profesionalizar áreas como recursos humanos, finanzas y mercadotecnia.
Superan los 250 empleados. Corporativos como Grupo Bimbo, América Móvil, Cemex o Liverpool pertenecen a esta categoría. Operan con estructuras organizacionales complejas y tienen impacto significativo en la economía nacional.
La estructura legal de una empresa define aspectos cruciales como la responsabilidad de los socios, la tributación ante el SAT y las obligaciones regulatorias.
Un solo propietario asume toda la responsabilidad del negocio. Es común en profesionistas independientes: arquitectos, consultores, fotógrafos. La ventaja está en la simplicidad administrativa ante el SAT, pero el riesgo es que el patrimonio personal responde por las deudas del negocio.
Agrupan a dos o más personas que comparten la propiedad. Las más comunes en México son:
Esta clasificación agrupa a las empresas según el tipo de valor que generan en la cadena productiva.
Se dedican a la extracción de recursos naturales: agricultura, ganadería, pesca, minería. Una empresa pesquera en Ensenada, una productora de aguacate en Michoacán o una ganadera en Chihuahua pertenecen a este sector. Son la base de la cadena de suministro para otros sectores.
Este tipo de empresas transforman las materias primas en productos elaborados: manufactura, construcción, energía. Desde una maquiladora en Tijuana hasta una cervecería artesanal en Puebla o una planta embotelladora en Ciudad de México. Agregan valor mediante procesos de transformación física o química.
Estas empresas ofrecen servicios en lugar de productos tangibles: comercio, transporte, educación, salud, turismo, finanzas. Un banco como BBVA, una universidad, una cadena hotelera en Cancún o una plataforma de streaming son ejemplos claros. Representan la mayor parte del PIB mexicano.
Engloba actividades de alto contenido intelectual: investigación, desarrollo tecnológico, consultoría estratégica, análisis de datos. Las empresas de desarrollo de software, los laboratorios de biotecnología y los centros de investigación científica operan en este nivel.
El origen de los recursos financieros determina tanto la misión como la gestión de la empresa.
El capital proviene de inversionistas particulares. Buscan rentabilidad económica y responden a sus accionistas. La mayoría de las empresas que conoces entran en esta categoría: desde un Oxxo hasta Grupo Salinas.
Son propiedad del Estado y su objetivo principal es satisfacer necesidades colectivas, no necesariamente generar utilidades. Pemex, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el IMSS son ejemplos emblemáticos.
Combinan capital público y privado. En este tipo de empresas el gobierno mantiene participación para garantizar el interés social, mientras que inversionistas privados aportan capital y eficiencia operativa. Algunos aeropuertos como el de la Ciudad de México y empresas de infraestructura operan bajo este modelo.
La cobertura territorial refleja la escala de operaciones y las capacidades logísticas de una empresa.
Existen otros tipos de empresas que cabe mencionar, como por ejemplo las empresas sin fines de lucro. Son aquellas que reinvierten sus ingresos en su misión social, fundaciones como Teletón, organizaciones de la sociedad civil y algunas instituciones educativas operan de esta forma.
Las empresas también pueden clasificarse por su modelo de propiedad:
Sí, las clasificaciones no son excluyentes. Una empresa puede ser, por ejemplo, mediana en tamaño, privada en origen de capital, del sector secundario por actividad y nacional por cobertura geográfica. Cada clasificación responde a un criterio diferente de análisis.
Conocer tu clasificación te ayuda a identificar programas de apoyo gubernamental de la Secretaría de Economía, requisitos fiscales específicos ante el SAT, oportunidades de financiamiento con Nacional Financiera (NAFIN) y estrategias de mercado adecuadas a tu perfil. Por ejemplo, muchas convocatorias públicas están dirigidas específicamente a micro, pequeñas y medianas empresas (PyMEs).
Las empresas se pueden categorizar desde múltiples perspectivas porque cada criterio responde a necesidades distintas. Un inversionista probablemente se interese en conocer el tamaño y la estructura legal de una compañía, mientras que un analista de mercado podría enfocarse en su sector de actividad económica.
Esta diversidad de clasificaciones permite analizar el tejido empresarial desde ángulos complementarios, facilitando la toma de decisiones tanto a nivel gubernamental como corporativo.